La comunicación es uno de los pilares fundamentales para evitar malentendidos o posibles conflictos. Y cuando hablamos de comunicación, no solo hablamos de lo que decimos a través de las palabras, sino también de lo que decimos a través de nuestro cuerpo. El 93% de las cosas que comunicamos, vienen desde el cuerpo. De hecho, es la primera herramienta de comunicación que conocemos. Los niños descubren la expresividad y las posibilidades de la comunicación no verbal antes que el lenguaje hablado, pero según vamos creciendo desaprendemos o dejamos de ver lo que dice de nosotros nuestro cuerpo, dándole más importancia al habla.
Pero piénsalo, ahora que hemos atravesado un periodo de teletrabajo en el que la comunicación a través de mensajes ha sido la norma, ¿cuántas veces has malinterpretado las palabras o la intención de un compañero? No poder ver la expresión, los gestos, incluso la postura, de nuestro interlocutor hace que nos perdamos parte del mensaje y, según tengamos el día, algunos textos que no tendrían mayor importancia en una situación normal, los interpretamos como bruscos o bordes, generando, poco a poco, un mal clima de trabajo que puede desembocar en un conflicto real.
La postura. Un reflejo de lo que sentimos
El cuerpo siempre va un paso por delante del control que intentamos ejercer sobre lo que decimos verbalmente. Es ese chivato que proporciona información a los demás sobre nuestro estado de ánimo o motivación. Y da igual que tus palabras digan “estoy bien”, si tu postura refleja lo contrario, el receptor sabrá que algo pasa.
Por ejemplo, Raquel tiene una empresa y expone ante Daniel, uno de sus empleados, el nuevo proyecto al que se va a enfrentar. Daniel escucha con atención la propuesta, pero cruza las piernas y los brazos, su cuerpo se contrae y, de vez en cuando, aparta la mirada. A Daniel no le ha gustado nada la propuesta de su jefa, de hecho se siente incómodo e inseguro. La situación habría sido distinta si su cuerpo hubiera adoptado una posición más expansiva, con brazos y piernas relajadas y una atención más focalizada.
La postura también puede dar pistas muy valiosas al departamento de recursos humanos cuando realiza una entrevista de trabajo. Si el interlocutor se muestra expresivo, con el cuerpo ligeramente inclinado hacia afuera y las manos relajadas, es un indicador de escucha activa e interés. Si por el contrario, se recuesta en la silla, gira el tronco y cruza los brazos puede denotar lo contrario.
Acerca posturas. Una clave para la resolución de conflictos
Seguramente, en más de una ocasión has escuchado la expresión, “acercar posturas”. Según el psiquiatra y psicoanalista Albert Scheflen, cuando dos personas comparten un punto de vista, también comparten la misma postura. Este aspecto es muy interesante en la resolución de conflictos porque al adoptar la misma posición que un interlocutor que nos está exponiendo un problema, tendremos una idea más clara de sus sentimientos y nos ayudará a empatizar con su situación.
Tener en cuenta otras herramientas como mantener un tono de voz suave, incluso cuando el interlocutor levanta la voz, o mantener una distancia proxémica adecuada para crear una zona segura, son aspectos pueden ayudarnos a encontrar soluciones a un conflicto desde el diálogo y el entendimiento.
Como figura externa, un mediador puede ayudarnos a encontrar la clave para resolver un conflicto a través de estas herramientas, ya que sabrá cómo disponer a las personas involucradas y favorecerá, a través de su comportamiento, un clima adecuado para que puedan acercar posturas de forma segura.