Llevo unos meses trabajando en mi nueva empresa y, aunque me adapto bien a su forma de trabajo, siento que en ocasiones no me atrevo a expresar lo que verdaderamente siento con según qué cosas o tengo la sensación de que mis ideas no aportarían un valor interesante. También siento que mis superiores esperan algo de mí, no me atrevo a hablar sobre ello, y eso me genera presión y estrés a la hora de afrontar el trabajo con seguridad.

Casos como este suceden todos los días en las organizaciones y al final se traduce en un foco de conflicto. Es el primer paso para que la comunicación comience a fallar. Pero, ¿qué podemos hacer para evitar estas situaciones? Una solución es poner en práctica la asertividad. Esta habilidad consiste en aprender a expresar nuestras opiniones y sentimientos de forma contundente. Eso sí, respetando las ideas de nuestro interlocutor.

La asertividad: un paraguas para el conflicto

Los conflictos más básicos son aquellos que surgen cuando la forma de comunicarnos no es la correcta. Bien porque nos callamos aquello que nos molesta por miedo, o bien porque decimos todo lo que pensamos sin establecer un filtro.  

En el primer caso, la práctica de la asertividad nos ayudará a adquirir una voz de autoridad dentro de la empresa y a hacer valer nuestro talento. Además, transmitiremos aquellas dudas y problemas que nos puedan surgir de forma correcta ante nuestros superiores. En el segundo caso, actúa como un parachoques; nos ayudará a emitir nuestras ideas desde el respeto hacia la otra persona, asimilando las sugerencias y errores de nuestros subordinados.

Algunos consejos

Chequea tus emociones. Has tenido una reunión sobre un proyecto nuevo y no has sido capaz de expresar tus ideas, incluso has sentido bloqueo. No lo pases por alto; anota eso que has experimentado y analízalo. En muchas ocasiones no nos expresamos por miedo al error o al fracaso. Quizás apuntar tus ideas y desarrollar argumentos sólidos te ayuden a adquirir más confianza para la próxima reunión.

Selecciona tus palabras. Desechar una propuesta es algo habitual, no todas se ajustan a lo que estamos buscando. Pero debemos tener cuidado con la forma de expresarlo. Hay que entender que el trabajador ha empleado un tiempo y un esfuerzo en construir su idea. La responsabilidad del superior será hacerle ver que ese no es el camino, sin restarle valor y huyendo de personalismos que provoquen pérdida de motivación.

Entrena. El ser asertivo tiene una relación muy estrecha con la educación que hemos recibido durante nuestra infancia. No podemos esperar que todas las personas lo sean. Pero como toda habilidad, siempre podemos entrenarla. En la última reunión se produjo un conflicto, ¿qué tal si antes de volvernos a ver practico la respuesta que quiero dar en voz alta? Quizás me dé cuenta de los aspectos que quiero mejorar en mi discurso.

La asertividad no se adquiere de la noche a la mañana. Es muy importante que las organizaciones tengan esta herramienta en cuenta para establecer lazos de comunicación sanos y fuertes. Si llegara a resultar muy complicado, la figura del mediador siempre podrá ayudarnos a ver las situaciones de conflicto desde fuera y nos dotará de instrumentos de diálogo que nos ayuden a erigir un discurso rotundo que parta desde el respeto, la empatía y la colaboración.