Julia tiene 26 años y trabaja como administrativa, su perfil no obedece a la norma que solemos encontrar en este tipo de puesto: es joven, tiene tatuajes, algún piercing y su color de pelo es azul eléctrico. Julia desempeña a la perfección su trabajo y ha demostrado en muchas ocasiones su competencia. Sin embargo, no deja de captar las miradas del resto de sus compañeros y es objeto de crítica cada vez que comete el mínimo error. Al final del día la sensación de frustración de la trabajadora es palpable porque siente que es víctima de los prejuicios de sus compañeros.

Tener prejuicios es algo innato en los seres humanos porque a lo largo de nuestra vida vamos adquiriendo las normas propias de la cultura, protocolos y educación de la sociedad en la que vivimos y, ante lo desconocido, esos pensamientos afloran como un mecanismo de defensa. El problema de esta situación llega cuando no somos capaces de identificar esta problemática en nosotros mismos y dejamos que nos lleve hacia situaciones que desembocan en un conflicto que podría haber sido fácilmente evitado. ¿Cómo podemos deshacernos de suspicacias y pensamientos preconcebidos en el entorno laboral?

 

Cómo combatir los prejuicios en el entorno laboral

Examen personal

Cuando tenemos prejuicios hacia una persona, es frecuente que nos tomemos todas sus acciones como un ataque personal. En ese momento es cuando debemos mantener la mente fría y saber separar lo emocional de lo racional. ¿Cuáles son los hechos?, ¿la situación puede haber sido fruto de un malentendido? Es importante plantearnos preguntas antes de llevar a cabo acciones de las que luego nos podamos arrepentir.

 

Comunicación activa

Ayer por la tarde le pedí a Juan que me enviara un correo urgente y no lo ha hecho, mi sospecha de que es una persona despistada se confirma. Aprovechando la situación, voy a su puesto y le hablo en tono de crispación. Sin embargo, Juan me dice que me envió ese correo, yo me mantengo en mi postura y al cabo de unos minutos descubro que ese mail llegó a mi carpeta de spam. Este ejemplo demuestra que es importante mantener una comunicación fluida y clara con las personas, sean más o menos de nuestro agrado.

 

Corta con la situación

En el lado contrario, si sentimos que estamos siendo sometidos a juicio sin motivo alguno por una persona en concreto, es importante mantener la calma e intentar hablar con ella en privado; primero, para que nos dé el motivo de sus quejas y saber si se ajustan a la realidad o no y, segundo, para tener la oportunidad de explicarnos y hacerle ver cómo nos sentimos en un entorno más relajado y predispuesto para la escucha.

 

Generar espacios de diálogo

En otro escenario, puede ocurrir que las dos personas estén cegadas por lo que está ocurriendo y lleven el conflicto hacia una escala más compleja. En ese momento, la figura del líder deberá estar atenta para generar un espacio en el que las dos partes puedan ver lo que está generando la situación a través de una visión externa, de forma que puedan hablar y llegar al entendimiento.

 

Muchas veces los prejuicios actúan de una forma invisible y silenciosa, y nos damos cuenta de su corrosión cuando el conflicto ha llegado a un punto de no retorno. Para que esto no suceda y no adquiera dimensiones más complejas, la figura del mediador, como ojo externo, puede ayudarnos a identificar estos escenarios con el objetivo de solventarlos a tiempo.