Carlos dirige un equipo en el que tiene depositadas muchas expectativas por varias razones. Son proactivos, trabajan bien juntos, han conseguido muy buenos resultados en muy poco tiempo y, hasta ahora, han sabido resolver muy bien situaciones de crisis. Con estos precedentes, Carlos decide entregarles un proyecto que supone un desafío para la empresa y del que depende conseguir un ingreso muy importante. Su equipo se pone manos a la obra y, aunque todo comienza bien, a medida que avanzan las semanas toda la estrategia que habían planeado comienza a tambalear y acaba por desmoronarse. Además, comienzan a surgir desacuerdos y no saben cómo redirigir la situación. El proyecto se cae y el equipo fracasa.
Estas situaciones se producen diariamente en empresas de todo el mundo. A veces las cosas funcionan y otras no. El problema viene cuando este escenario desmoraliza al equipo durante un largo periodo de tiempo. Bien porque se estancan o bien porque su líder no sabe muy bien cómo gestionar una situación en la que las emociones están a flor de piel. En definitiva, nos han preparado mucho para el éxito, pero el fracaso aún sigue siendo un tabú. ¿Cómo podemos afrontarlo?
Pequeñas herramientas para hacer frente al fracaso
- Asúmelo grupalmente. Cuando un proyecto fracasa no podemos hacer como si nada hubiera pasado, al final es una vivencia desagradable que si no cerramos acabará por enquistarse haciendo que afloren otros conflictos. Reúne a tu equipo y construye un espacio de diálogo en el que cada uno pueda exponer objetivamente lo que ha sucedido y cómo se siente al respecto.
- Ve al grano. El fracaso también es una oportunidad para impedir que los errores que ahora nos han hecho naufragar, se repitan en el futuro. Por eso, una buena opción es no añadir florituras a la situación con frases motivacionales, y tratar el tema desde la objetividad y el aprendizaje a través de aquello que salió mal. No se trata de hundir a tu equipo o de no mostrar empatía, se trata de no darle a la situación más de lo que se merece, de forma que aportemos un punto de vista a favor del avance.
- El fracaso como parte del proceso. La realidad es que todos fracasamos de vez en cuando y esto forma parte del aprendizaje. No fracasar significa no haber arriesgado ni haber diseñado propuestas transgresoras, es una parte esencial del proceso. Por eso, si te enfrentas a esta situación como líder, puedes exponer una situación en la que tú hayas fracasado y cómo te enfrentaste a ello. Esto hará que el vínculo con tu equipo sea más fuerte y comiencen a relativizar este tipo de percances.
- Dales tiempo. Asumir el fracaso lleva su tiempo y al final también es un proceso de duelo. Lo importante es no abrumar al equipo intentando que vuelvan a estar al 100% al día siguiente. Dales tiempo y espacio para que procesen todo lo que ha pasado. Una buena opción es pensar en este escenario como en un momento de rehabilitación; por eso, concédeles tareas más livianas, en la medida de lo posible, para que puedan ir reconstruyendo la confianza en sí mismos de nuevo.
Si nos enfrentamos a un momento de crisis en nuestra empresa fruto de un fracaso y no sabemos muy bien cómo lidiar con la situación, la figura del mediador, como ojo externo, puede darnos herramientas que nos ayuden a crear espacios de diálogo que refuercen la confianza de nuestro equipo, aprendiendo a ver el fracaso como una nueva oportunidad para la reinvención y el aprendizaje.