Admitámoslo, basar la buena productividad de una empresa en la intelectualidad de un equipo humano, es cosa del pasado. Por supuesto, es clave para un puesto de trabajo tener los conocimientos necesarios para poder desarrollarlo. Sin embargo, en un mercado cada vez más competitivo y exigente, las relaciones interpersonales y la buena gestión de las emociones son indispensables, tanto para líderes como para trabajadores. Es decir, en la actualidad, tener una inteligencia emocional desarrollada es sinónimo de éxito.
Por ejemplo, ¿sabías que, según datos del Banco Mundial, cada año se pierde al menos un millón de dólares como consecuencia de la baja productividad? Una merma en la producción no tiene que ver con que seamos más o menos habilidosos; es resultado de no poder afrontar situaciones laborales en las que el estrés, la ansiedad o la depresión nos invaden.
¿Podemos evitar estas situaciones? No. Somos seremos emocionales y ante escenarios de tensión es inevitable comenzar a notar cómo afloran esos sentimientos negativos que nos llevan a malos entendidos y a la falta de comunicación. Ahora bien, la buena noticia es que podemos entrenarlo.
Cómo entrenar la inteligencia emocional
- Desarrolla la asertividad. Una de las preocupaciones que más malestar genera entre trabajadores y líderes es el miedo a decir algo con lo que no estamos de acuerdo o que nos ha molestado. La asertividad es una gran herramienta porque nos ayuda a argumentar nuestra visión de forma concreta y sin rodeos, teniendo en cuenta las emociones de la otra persona.
- Autocontrol. No podemos pretender ser témpanos de hielo, las cosas nos afectan y podemos llegar a ser muy viscerales y reaccionar a situaciones imprevistas de forma desmedida. Antes de dejarte llevar por esta emoción, piensa bien si la reacción es adecuada y si es productivo volcarla contra tu equipo. Si eres líder, una reacción de furia injustificada puede dar al traste con la confianza que han depositado en ti.
- Analiza la situación. Cuando un conflicto nos sobrepasa y el ruido que tenemos en la cabeza no nos deja llegar a conclusiones claras, lo mejor es parar un momento y analizarnos desde fuera; como si fueras otra persona. De esta forma, entenderás mejor el conflicto, lo relativizarás y generarás mejores estrategias.
- Siempre escucha. Desarrollar una escucha activa es fundamental. Conocerse entre compañeros permite un mejor acompañamiento y apoyo durante todo el proceso de trabajo. Esto es importante, porque en momentos de estrés o durante un conflicto, sabremos cómo dirigirnos a nuestro interlocutor, habremos generado más empatía.
La inteligencia emocional es una habilidad que forja a líderes y trabajadores preparados para colaborar desde la empatía, la escucha y la adaptabilidad. Se trata de una herramienta que permite resolver conflictos de manera más eficaz. En este sentido, un mediador puede ayudarnos a encontrar esos puntos de cansancio emocional, que debilitan la producción de la empresa, con el objetivo de entrenarlos y garantizar el bienestar laboral.