Llega 2020 y con él, el año del cambio. Mi empresa funciona a la perfección, tengo una plantilla de trabajadores altamente cualificados, preparados y, lo más importante, motivados. Es el año del crecimiento, por fin mi organización ocupará el puesto que merece en el mercado. Tengo muchas expectativas e ilusión. Pero llega marzo, y con él un escenario que me desborda, para el que no había previsión y que no sé cómo afrontar: el del Covid-19.

La sociedad moderna no estaba preparada para vivir una situación tan inverosímil como la que estamos viviendo. La palabra “pandemia” nos sonaba a un pasado muy lejano. Y en el terreno laboral ha sido devastador, sobre todo para las organizaciones que tenían un sistema de trabajo más rígido, porque se han visto perdidas y sin margen de organización. ¿Qué hago con esto cuando no tengo referencias?, ¿cómo se verán afectados mis trabajadores?

Teletrabajo: problemas y soluciones

El teletrabajo ha sido, en muchos casos, la solución ante la imposibilidad de compartir espacio físico. Pero su improvisación ha generado nuevas presiones entre los empleados. Aunque trabajar desde casa tiene aspectos positivos como el ahorro en tiempo o desplazamiento; la soledad, la sensación de no poder desconectar, la conciliación laboral/familiar o el propio cansancio emocional que produce la pandemia, son nuevos factores a los que el departamento de recursos humanos debe atender.

Para paliar estas situaciones, es importante que las organizaciones aprendan a motivar a su equipo en la distancia, estableciendo mecánicas de cuidado que hagan entender al trabajador que el clima de bienestar que existía en la oficina sigue teniendo presencia. Aspectos como las reuniones fuera de horario de trabajo, permitir que el empleado eche horas de más o ignorar las dificultades personales que pueda atravesar el trabajador, pueden ocasionar crispaciones en la relación mando-empleado.

Escalada de tensión: empresa física Vs. Teletrabajo

“Hoy he tenido una reunión a final de la mañana y he notado que mi mando no se notaba receptivo con mis propuestas. Parecía que echaba por tierra mi trabajo y que tenía una actitud cortante. Me quedo preocupado y frustrado, pero en la hora del café coincidimos, lo comentamos y todo queda en una confusión. Solamente tenía un mal día, con muchos temas que se habían complicado y su jefe que le había echado la bronca. Lo entendí, y pude volver a trabajar tranquilo.

La oficina física creaba espacios que nos permitían rebajar tensiones, porque también era un espacio de socialización. Esto no ocurre con el teletrabajo. Si la situación anterior hubiera ocurrido de forma virtual, las personas implicadas no habrían tenido ese intercambio informal y liberador. Y el clima de fricción no dejaría de aumentar. Pero, ¿cómo aplicar ese componente social en tiempos de teletrabajo? Aquí un tip.

Qué tal unas cañas virtuales. Tomar algo con los compañeros después de trabajar era un aliciente más para afrontar un día difícil en la oficina. Somos seres sociales y necesitamos liberar tensión, charlar con otras personas, sentir que formamos parte de un equipo humano. El teletrabajo ha roto este tipo de lazos y es importante mantenerlos. Entonces, ¿por qué no organizar un meet virtual en el que poder crear un espacio de socialización? Es un detalle, pero nos hará sentir más cerca de los demás y empatizar con el día a día de compañeros a los que no vemos, pero con los que seguimos trabajando codo a codo.

Si no sabemos cómo afrontar este nuevo escenario, la figura del mediador está para acompañarnos,  para aliviar las tensiones, resolver los conflictos y crear una mecánica de trabajo que favorezca el diálogo y las relaciones humanas en un periodo en el que lo virtual es la norma.