Imagina este contexto: es 15 de julio, la temperatura supera los 30 grados en la ciudad y trabajar es cada vez más complicado. Pero no pasa nada porque, tras un año de intenso trabajo, por fin ha llegado el momento de disfrutar de unas merecidas vacaciones.

Decides irte a la playa, disfrutar de la brisa del mar y del agua cristalina. Todo es paz y tranquilidad. Pero de repente te llega una llamada, es tu jefe y comienzas a ponerte nervioso y te preguntas: “¿qué hago?, ¿se lo cojo o no se lo cojo?, ¿será importante?, ¿habrá pasado algo?”. Una llamada acaba de destrozar tu descanso. Quizás este escenario te resulte familiar, y es más habitual de lo que crees.

 

No tengas miedo a desconectar

El trabajo configura gran parte de nuestro día a día y, aunque no es lo ideal, construimos nuestra rutina alrededor de él. Por eso, cuando llega el momento de desconectar por un periodo de tiempo importante, no podemos evitar tener la sensación de seguir sintiéndonos responsables de lo que ocurre en la oficina. Una situación que, además, se ha acrecentado con la inestabilidad laboral que estamos viviendo en el último año. ¿Qué podemos hacer para deshacernos de este sentimiento?

Educa a tu superior. Está claro que pueden existir fuerzas de causa mayor, pero si acostumbramos a nuestro jefe a que estamos ahí para cualquier tipo de necesidad, sea urgente o no, creamos una dependencia de la que luego es complicado salir. Durante el año, atiende solo a los asuntos verdaderamente urgentes fuera del horario laboral, así en vacaciones será más fácil que respete tu descanso.

Deja todo organizado. Solo tú conoces tu trabajo. Antes de irte no dejes ningún cabo suelto. Explica a tus compañeros y superiores en qué situación dejas el proyecto y los pasos que tienen que seguir en tu ausencia, de esta forma el equipo tendrá claro lo que tiene que hacer y no te molestarán con cosas sin importancia cuando no estés.

 

Los jefes también merecen descansar

Si hablamos de personas que jamás descansan, esas son los jefes. Siempre tienen un ojo puesto en su negocio porque en cualquier momento puede surgir una urgencia o una nueva oportunidad. El puesto de superior es muy exigente, pero, precisamente por eso, el descanso es esencial. Si eres jefe debes considerar algunos aspectos.

Aprende a delegar. No puedes llevar todo el peso tú solo. Ser jefe también consiste en saber delegar funciones. Rodéate de un equipo capaz de seguir tus pasos cuando no estés y confía plenamente en él. Si pasa algo urgente, te enterarás. Pero mientras tanto, desconecta lo máximo posible.

Apaga el móvil. Quizás este es el paso más difícil para un alto cargo. Prueba a desconectar el móvil las horas punta del día durante las vacaciones. Conseguirás más relajación y comprobarás que, efectivamente, no se hunde el mundo, que todo funciona a la perfección.

Respetar el periodo de vacaciones, tanto para empleados como para superiores, es esencial para retomar el trabajo de forma renovada y con la mente descansada. Llegar a un punto en el que nadie moleste a nadie es importante y puede conseguirse generando hábitos más saludables durante el año. En este sentido, la figura del mediador puede ayudarnos a organizar el trabajo de forma diferente, sin crear dependencias y respetando el espacio personal de cada uno.