Se han enfrentado a dos crisis mundiales y, prácticamente, no han llegado a conocer la estabilidad laboral ni económica. En la universidad les dijeron que emprender era la mejor solución para posicionarse en un mercado que ya no podía contratar a tantas personas y, aunque algunos lo intentaron, no lo tuvieron nada fácil. Los Millennials pertenecen a una generación que ha vivido algunos de los hitos más complejos de nuestra vida contemporánea, algo que es palpable en su forma de enfrentarse al trabajo.

Aún son jóvenes y, al igual que la generación Z, valoran en una empresa aspectos como la flexibilidad, la facilidad para la conciliación o políticas que garanticen su bienestar y salud mental; pero son menos combativos, en ocasiones, más conformistas y tienen más dificultades a la hora de expresar cómo se sienten en el trabajo y, aún más, para enfrentarse a sus superiores en el caso de tener discrepancias con determinadas situaciones. 

Y es que, es común entre las personas de esta generación escuchar frases como: “Por fin encuentro algo de lo mío”. Encontrar ese puesto en el que desarrollar aquello para lo que se prepararon es toda una odisea. Tanto es así que, cuando por fin lo tienen, piensan que le deben lealtad a esa empresa. La posibilidad de perder el trabajo es aterradora por toda la experiencia vivida anteriormente y eso les anula a la hora de comunicarse. Por lo tanto, es normal que sientan frustración, angustia y estrés. Si estás en esta situación, aquí van algunos consejos.

 

Guía de comunicación práctica para Millennials
  • Practica antes de enfrentarte. Imagina que tienes que pedirle a tu jefe un día libre y eso te provoca nerviosismo. Prueba a realizar un role play con un amigo. Practica la seguridad, analiza cómo te comunicas, qué frases utilizas, si estás teniendo en cuenta la situación del otro, qué feedback te da la persona con la que estás practicando. Esto te dará tablas para saber qué decir y cómo actuar, hasta que, al final, no lo necesites.
  • Utiliza la asertividad. Cuando se produce un conflicto, éste suele desencadenarse por falta de comunicación, surgen discrepancias y cada parte afectada tiene su visión de los hechos. Aunque la situación es incómoda, lo peor que puedes hacer es callar, porque el problema se acabará enquistando y provocando conflictos más graves. Lo mejor es que hables con tu superior de forma asertiva. Hazle saber cómo te has sentido y por qué desde tu verdad, pero respetando la suya y escuchando también su visión.
  • Sin miedo al NO. En algunas ocasiones nuestros superiores nos proponen proyectos que no se ajustan a nuestras competencias o habilidades y nos incluyen en ellos, pensando que es una oportunidad de crecimiento. En este sentido, siempre que podamos argumentar con hechos, no tenemos que tener miedo a rechazar algo que nos sobrepasa. A través del diálogo y la escucha, seguramente consigamos llegar a algún acuerdo.

 

Como empresa, no debemos dejar que todo el peso de la comunicación recaiga sobre nuestros empleados. Por eso, tenemos que estar muy atentos a aquellos síntomas que nos indiquen que algo no marcha bien: la desmotivación, el ausentismo o un estado a la defensiva, son algunas de las alertas. Es en ese momento cuando deberemos sentarnos a hablar desde la escucha y la empatía. Si la situación escala hacia escenarios más complejos, la figura del mediador, como ojo externo e imparcial, podrá orientarnos con el objetivo de aclarar lo que está sucediendo y encontrar soluciones.