Qué es el trabajo líquido y por qué tu empresa debe tenerlo en cuenta

El escenario es el siguiente: después de la pandemia, lo laboral ha pasado totalmente a un segundo plano porque las prioridades vitales de las personas han cambiado. Lo comenzamos a ver en Estados Unidos con miles de personas renunciando a su puesto de trabajo, un movimiento al que se le ha llamado “la gran renuncia”, porque las jornadas laborales son inmensas y la compensación económica es irrisoria. Y también lo estamos comenzando a ver en Europa. Sin ir más lejos, en España falta personal hostelero para la temporada alta de verano porque los trabajadores no están dispuestos a asumir tanta carga de trabajo.

Vivimos en un contexto “líquido”. Es decir, ya no buscamos un trabajo para poder sobrevivir, somos más selectos y ambiciosos. Nuestros objetivos vitales van cambiando y fluctuando, y no permanecemos demasiado tiempo en un mismo lugar, un hecho que estamos viendo, sobre todo, en las nuevas generaciones.  Ante esta situación, ¿Qué pueden hacer las empresas para adaptarse?

 

Encontrar un nuevo esquema 

La crisis que estamos viviendo no solo nos plantea la posibilidad de pasar de un trabajo en presencial a un modelo híbrido o remoto. La profundidad del debate va mucho más allá. Las personas jóvenes que ahora mismo se incorporan al mercado laboral desechan por completo la idea que tenían sus padres o abuelos de: “Hago prácticas aquí, con un poco de suerte me contratan y me jubilo en el mismo lugar”. Esto ha cambiado radicalmente y las organizaciones tienen que empezar a verlo como una nueva oportunidad de crecimiento.

Y ya no solo es cuestión de ofrecer un buen salario, como empresa tengo que preguntarme: ¿Cómo puedo aprovechar al máximo el potencial de un trabajador sabiendo que en cualquier momento puede marcharse? En ese momento, comenzarás a prestar atención a sus necesidades: ¿Qué singularidad tiene?, ¿qué campo le motiva más?, ¿cómo puedo desarrollar sus aptitudes?, ¿puedo nutrir su formación para elevar su desarrollo? Un talento que se siente realizado, es un talento que permanecerá más tiempo a nuestro lado.

 

Fin del sistema rígido

Es de suma importancia insistir en el concepto de “flexibilidad”. Que nuestro trabajador tenga la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar no significa que tenga un horario flexible. De hecho, hay muchas formas de monitorear que una persona está en su casa sentada delante de la pantalla. 

Como organizaciones debemos ser conscientes de que la forma tradicional de trabajo ha pasado a la historia. Incidimos en que ya no construimos nuestra vida alrededor del trabajo. Nos encontramos ante un nuevo perfil que demanda más autonomía para organizar su trabajo y su horario. Además, como empresa deberemos entender que las formas de liderar también han cambiado. Un jefe ya no es esa figura distante que impone las reglas, es esa persona que nos guía en nuestro proceso y con la que trabajamos de forma estrecha. Un buen líder nos da la oportunidad de involucrarnos y participar en las decisiones.

El mundo está en constante cambio y los modelos que ayer nos funcionaban, hoy ya no son viables. La adaptabilidad a estos nuevos escenarios es un factor clave para las organizaciones, aunque los periodos de transición no son sencillos. La figura del mediador, como ojo externo, puede ayudarnos a identificar nuestras debilidades y fortalezas, ayudándonos a establecer un nuevo plan que nos permita transformarnos de forma paulatina, atendiendo a las necesidades de los trabajadores y, a la vez, manteniendo el buen funcionamiento de la organización.