Contar en nuestra empresa con personalidades de valores y convicciones firmes, que concuerden con la forma que la organización tiene de ver el mundo, es un aspecto muy positivo. Se trata de personas que siempre aportarán debate y pensamiento crítico en nuestros proyectos y nos ayudarán a no perder el rumbo en momentos en los que no podemos ver con claridad. 

Por ejemplo, ¿debo colaborar con un cliente X que, aunque tiene una propuesta atractiva, no concuerda del todo con los valores morales y éticos de mi empresa? Los colaboradores de convicciones férreas, tendrán esa personalidad que nos ayude a realizarnos preguntas clave, decisivas en la toma de decisión. 

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando este tipo de perfiles entran en situaciones de comunicación bajo estrés? En este escenario, existen factores comunes en cualquier persona: pérdida de un pensamiento claro, la aparición de pensamientos parásitos o tener comportamientos y elecciones inapropiadas. En concreto, las personas con valores muy marcados necesitarán que se reconozca la importancia de sus opiniones y convicciones. Incluso,  podrían llegar a desacreditar a su interlocutor con el objetivo de obtener ese reconocimiento que buscan. ¿Qué podemos hacer?

 

Tips para lidiar con un compañero que no admite discusión

 

1. Ponte en su lugar

¿Por qué me tengo que poner en el lugar de alguien que no está respetando mi trabajo? Es lógico que te hagas esta pregunta, pero debes entender que el comportamiento impositivo que está teniendo la persona no es lo habitual y que obedece a una circunstancia muy concreta. En la medida de lo posible, analiza la situación, puede ser que tu compañero se sienta inseguro o atacado. La empatía es el primer paso hacia la resolución del conflicto.

 

2. Intenta no estallar

En momentos de tensión, una chispa minúscula puede provocar un incendio. Si nos encontramos ante una situación en la que el comportamiento de un compañero nos está afectando y nos encontramos en escalada de estrés, no seas visceral. Lo mejor es esperar a tener un momento más tranquilo, donde el interlocutor esté más calmado y le podamos hacer ver cómo nos hemos sentido, utilizando un discurso asertivo.

 

3. Sé claro

Un ejercicio interesante a la hora de disponerse a trabajar con un compañero es decirle, desde el principio, cómo funcionamos. Tener una conversación acerca de cómo nos gusta trabajar y cuáles son aquellas cosas que nos pueden hacer entrar en conflicto, nos ayudará a encontrar puntos en común y también a respetar los espacios del otro.

 

4. No es nada personal

Según el tipo de personalidad que tengas, puede que los conflictos que surjan en el trabajo, te los lleves al terreno personal. ¿No me dejan hablar? Eso es que mi opinión no es válida, ¿no me escuchan? A lo mejor es que no caigo bien. En la gran mayoría de ocasiones, los conflictos que surgen en el trabajo son exclusivamente laborales y en gran medida, no tiene que ver con tu trabajo. Por eso, generar marcos de escucha y diálogo será esencial para el buen funcionamiento del equipo. 

 

Como líderes debemos tener previsto que este tipo de situaciones pueden darse en nuestra oficina y que, bajo ningún concepto podemos aceptar un “yo soy así y no voy a cambiar”. Esta actitud puede dar al traste con los objetivos marcados y, al final, nos obligará a tener que prescindir de personal  ante la insostenibilidad de la situación. El mediador, como ojo externo, puede ayudar a generar una cultura empresarial basada en la escucha, el diálogo y la empatía. De esta forma, tendremos trabajadores seguros de sí mismos, que respetan al compañero y se respetan a sí mismos.