Porque me llevo mal con mi mando, hasta no lo soporto, porque considero que me ha tratado mal, etc. voy a tardar en contestarle, voy a retener una información importante, no voy a hacer lo que me pide, voy a pasar más tiempo rumiando mi frustración o comentándola con mis compañeros que realizando mi tarea de forma eficiente. Y eso contamina el ambiente general de trabajo, cuestionando las calidades de mi mando e impactando el nivel de motivación colectiva.

Todo esto tiene un coste. O bien porque estos conflictos ralentizan, frenan o bloquean la actividad de la empresa o porque van a llevar a la salida de uno de los colaboradores implicados, de forma voluntaria o por despido. Poco importa, ¡el daño está hecho! Y desgraciadamente, en general no son los “malos” los que se van los primeros… (70% de las dimisiones tienen su origen en un problema relacional con el Mando directo).

Se generan así una serie de costes: en caso de despido, la indemnización de la persona, en ciertos casos un juicio, perdida de talento cuando es una dimisión, coste si otros siguen a la persona que salió, en cualquier caso contratación de un sustituto, el impacto sobre el clima laboral, impacto sobre la marca de empleador, etc.

Un gran industrial del siglo XIX, Dupont de Nemours decía ya en su época que “90% de los problemas de una planta son… humanos”. No de ingeniería, o de fabricación, o de logística, “sólo” humanos.

Nuestra convicción ahora, con la Crisis del Covid, es que vamos a necesitar la contribución activa y positiva de todos. Menos que nunca podemos asumir crispaciones, tensiones, luchas de ego. La agilidad, muy de actualidad en las empresas de consulting y de desarrollo informático estos 10 últimos años ¡no es sólo un concepto de Gestión de Proyectos! También es una postura del día a día, una forma de colaborar ahora necesaria. Y eso pasa por una calidad de comunicación entre los equipos, un nivel de colaboración alto y sostenido por la inteligencia colectiva. Hoy es un deber de remar todos juntos en el mismo sentido y fomentar la colaboración, la creatividad, la reactividad.

Con la Mediación se trata de recuperar (y a veces construir) la “Relación” entre los implicados, y de hacer que sea duradera en el tiempo.

En un proceso de Mediación, vamos a juntar a las personas implicadas en el conflicto o en la situación de tensión relacional, y cada uno podrá expresar su percepción de la situación, sus frustraciones, sus expectativas. El enfoque es holístico y sistémico.

El Mediador actuará para facilitar la escucha, el entendimiento, y la búsqueda de una solución satisfactoria para las partes. ¡Sin caer en el compromiso!. El objetivo no es de ceder o aceptar un consenso flojo ¡sino de construir juntos! El objetivo es hacer caer las barreras que hacen que, en lugar de colaborar, y co-construir, nos veamos a menudo como enfrentados, hasta a veces enemigos. Es replantear el interés y el gusto de colaborar juntos.